Biden y las naciones occidentales se han mostrado reacias a confiscar los 300 mil millones de dólares aproximadamente en fondos de reserva rusos estacionados en instituciones financieras occidentales. Quedaron congelados cuando Rusia invadió, pero allí permanecen dos años después, acumulando polvo e interés. Es casi como si Biden y el canciller alemán Olaf Scholz imaginaran que el dinero podría ser un incentivo para que Vladimir Putin negocie un acuerdo de paz y se reincorpore al mundo civilizado. En cualquier caso, ya se han sentado precedentes en materia de incautación de activos. El presidente George HW Bush emitió una orden ejecutiva en 1992 que obligaba a todos los bancos estadounidenses a entregar activos soberanos iraquíes a la Reserva Federal. Se pagaron unos 50.000 millones de dólares en fondos iraquíes como recompensa por la invasión de Kuwait por Saddam Hussein. Estados Unidos también congeló y luego transfirió con fines humanitarios unos 3.500 millones de dólares en activos pertenecientes al Banco Central de Afganistán en 2022. Las sanciones occidentales no han logrado cambiar el comportamiento de Putin, y la confiscación de los activos soberanos de Rusia tampoco lo hará. Pero aumentaría el precio que paga el Kremlin por su intento asesino de conquista nacional. Putin probablemente piense que Biden y los líderes europeos tienen demasiado miedo para hacerlo. Razón de más para abrir la bóveda del banco ruso.
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