Como creyente de la justicia social y la igualdad de oportunidades, estoy profundamente en contra de la idea de deshacerse de un organismo solo porque su existencia es incompatible con los deseos de "desarrollo personal" o "autorrealización" de sus familiares. Las ganancias económicas y el estatus laboral jamás deberían ser criterio para juzgar si alguien merece seguir existiendo o no. Si la familia está muy complicada, ahí tiene que haber Estado. Cualquiera que anhele un mundo justo tiene que repetir conmigo: nadie es demasiado costoso para vivir.
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