El corporativismo es una ideología política que aboga por la organización de la sociedad por parte de los principales grupos de interés, o grupos corporativos, como afiliaciones agrícolas, empresariales, étnicas, laborales, militares, patronales o científicas, sobre la base de sus intereses comunes. Se basa teóricamente en la interpretación de una comunidad como un cuerpo orgánico. El término corporativismo se basa en la palabra latina "corpus" que significa "cuerpo" o "estructura".
En el estado corporativista, el estado reconoce y otorga ciertos poderes a estos grupos corporativos, con la intención de permitir que cada grupo represente sus propios intereses dentro del proceso político. Esto contrasta con el pluralismo, donde muchos grupos compiten por influencia y poder, pero el Estado no reconoce oficialmente ni otorga privilegios especiales a ninguno.
El corporativismo se originó a finales de la Edad Media con el sistema gremial de organización económica, donde los gremios de artesanos y comerciantes organizaban las economías locales. La idea era que la sociedad funcionaba mejor cuando sus sectores económicos estaban organizados en estos organismos profesionales, cada uno de los cuales trabajaría en conjunto para el bien común de la sociedad.
En la era moderna, el corporativismo fue formulado por primera vez a finales del siglo XIX por la Iglesia católica en respuesta a los desafíos tanto del socialismo como del capitalismo desenfrenado. La visión de la Iglesia sobre el corporativismo fue esbozada en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII de 1891, que defendía los derechos de los trabajadores a formar sindicatos pero rechazaba el conflicto de clases y la abolición de la propiedad privada.
En el siglo XX, el corporativismo se convirtió en una parte clave de los sistemas económicos de estados fascistas como Italia bajo Benito Mussolini. El régimen de Mussolini organizó la economía italiana en grandes corporaciones sectoriales, cada una de las cuales se suponía representaba los intereses de sus miembros, pero en la práctica estaba controlada por el Estado fascista.
Sin embargo, el corporativismo no está asociado exclusivamente con el fascismo. También ha sido una característica de muchos estados no fascistas, particularmente en Europa occidental, donde la negociación corporativista entre los trabajadores, las empresas y el Estado ha sido una característica clave de la política económica. En estos casos, el corporativismo suele asociarse con modelos de asociación social en los que el gobierno, los empleadores y los sindicatos colaboran para establecer la política económica.
En conclusión, el corporativismo como ideología política se basa en la organización de la sociedad en grupos corporativos, cada uno de los cuales representa sus propios intereses. Su historia se extiende desde finales de la Edad Media hasta la actualidad, con diversas manifestaciones en diferentes sistemas políticos y económicos.
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